sábado, 1 de noviembre de 2008

Ser voluntario

“¿Para qué hacer un voluntariado?”, “no sé hacer nada”, “no tengo tiempo”, “¿para qué trabajar en forma gratuita?” Estos son algunos pensamientos que pueden surgir cuando nos ofrecen ayudar en alguna organización con fines sociales.

Ante estas inquietudes es necesario re-pensar al voluntariado no sólo como una ayuda a los demás, sino también como un crecimiento personal que nos abrirá muchas puertas en la construcción de nuestros proyectos de vida. Ser voluntario también es una posibilidad para realizarse en distintos aspectos y descubrir nuevas habilidades.

Si bien el principal motivo para iniciar un voluntariado es el de “dar” sin esperar nada a cambio, también está presente la motivación de aprender, capacitarse y descubrir nuevas capacidades.

Un voluntariado -o un trabajo- nos pone a prueba y también es un camino de autoconocimiento y desarrollo personal. Toda actividad requiere de nuestra voluntad, esfuerzo, aptitudes y habilidades, y es en el desempeño de un rol que las ponemos en juego. Ser voluntario es trabajar y trabajar es crear, crecer, madurar y jugar. Teniendo en cuenta esto último, podríamos concebir al voluntariado como una experiencia laboral y personal por donde comenzar a poner en acto todo nuestro potencial.
En el hacer se descubren nuevos aspectos personales que nos llevan a madurar y a aprender, tanto de las experiencias, como de los demás.