sábado, 23 de junio de 2012

El poder de los introvertidos


Subo una interesante conferencia de 19´ de Susan Cain. Para verlo con subtítulos en castellano, hacer click acá. Susan indirectamente habla de vocación, de conocerse, de seguir la voz interior, de animarse a romper obstáculos, de la escuela y del trabajo grupal, entre otros. Se le podría criticar un punto que es el no diferenciar al adolescente aislado del introvertido, pero es muy interesante de todos modos.

sábado, 12 de mayo de 2012

¿De qué idea de "hombre" hablamos?

¿Qué tipo de educación?, ¿en qué clase de institución?, ¿con qué objetivos?, ¿con qué fines?, ¿para obtener qué?, ¿qué estilo de vida?, ¿con qué intención?... Y podemos seguir con una serie muy larga de preguntas.

Al momento de realizar una elección o de tomar una decisión importante para nosotros, un aspecto fundamental a considerar es preguntarse acerca del concepto o de la idea de "hombre" de la que partimos. De eso dependerá gran parte de nuestras respuestas. Este concepto de hombre podría relacionarse también con el conocimiento de uno mismo y de la propia historia, del reconocimiento de los hitos significativos de la vida, de lo que es necesario o de los valores personales. Con esta consideración estaremos mucho mejor preparados para iniciar una búsqueda o para encontrar una respuesta. Sería un camino interior inicial (considerando aspectos del afuera, por supuesto) para tomar una decisión que repercutirá en lo externo, en lo social.

Lo que complica las cosas suele ser el dejarse llevar por una idea de proyecto o de hombre que en realidad pertenece a otro. Siguiendo esa idea, terminaríamos trabajando para otro, dedicando energía en algo que en lo inmediato o en lo lejano nos pertenecerá. Claro que muchas veces cuesta darse cuenta de que uno está construyendo algo que no es del todo propio. Y no es fácil porque la identidad no es acabada ni limitada, sino todo lo contrario, es dinámica y en permanente posibilidad de ser. También por esto último es que no podemos pensar hacia el futuro solo a partir de lo que ya construimos o a partir de las aptitudes, habilidades o intereses que hasta el presente supimos identificar. Debemos considerar, además, lo que podemos llegar a ser y a desarrollar. Tampoco es fácil porque tomar decisiones complejas nos ubica en una encrucijada de incertidumbres, ideales, pensamientos, miedos y ganas, entre otras.

Y frente a este panorama, ¿qué hacer, cómo actuar? la tentación de buscar respuestas afuera existe y nos hace creer que así será todo más fácil. Puede que resulte, pero también puede que no. El riesgo está en no elaborar algo que en definitiva va a ser de uno. Podríamos relacionarlo con varios ejemplos, de hecho: no es lo mismo vender algo que conocemos y de lo cual estamos convencidos que un producto que no nos "cierra" y tampoco es lo mismo contar una historia personal que una vivida por otra persona. Contar la propia historia contiene mucho más, es más creíble, más interesante.

Sería algo así como ir en vías de convertirse en uno mismo, en apostar a nuestra subjetividad, a nuestra esencia, a aquello que nos hace ser nosotros mismos. ¿Nos conectamos con quienes realmente somos o nos conectamos a una máquina de ideales ajenos? ¿Quién da más?

lunes, 5 de marzo de 2012

Vocación... ¿Y yo qué tengo que ver?



Hoy estuve conversando con un colega y tuvimos una de esas charlas de las que uno disfruta y puede sacar cosas positivas y nuevas maneras de ver las cosas.

Hablando de la vocación, compartíamos que esta es inherente al ser, al alma o como quieran llamarlo. No concebimos a lo vocacional como ajeno o como algo externo a uno mismo, como si fuese algo que tenemos que salir a buscar afuera o pedírselo a un otro que lo distribuye (como quien quiere "que le hagan un test" para saber para qué sirve o qué tiene que hacer de su vida. Puede que uno consiga un resultado para sacarse el tema de encima y que esa respuesta sirva durante un tiempo, pero a la larga o a la corta la pregunta acerca de quién queremos ser y qué queremos hacer nos tocará la puerta). Lo vocacional está en uno y desarrollarlo implica (y requiere) hacerse preguntas, realizar un camino hacia el interior de cada uno, conocerse y cuestionarse. Claro que de manera sincera con uno mismo, sin engañarse, sin vueltas, de frente digamos. Y esto a veces hace que uno se las vea con cosas no resueltas, propias o ajenas inclusive. Recién después de este camino hacia uno mismo es que uno debe contemplar las opciones que ofrece el contexto (carreras, trabajos, oportunidades, becas, etc.). Esto no significa que lo vocacional sea independiente del contexto, sino todo lo contrario. De hecho, uno no puede realizar elecciones sin considerar el entorno en el que uno va a moverse luego de elegir. No es lo mismo estar en la Capital Federal que en La Quiaca, en Buenos Aires que en Santa Cruz, en la Argentina que en Japón. Cada lugar tiene sus particularidades más allá de lo globalizado que pueda estar.

Por último, otra de las reflexiones que compartíamos es que la carrera elegida (en el caso de los jóvenes que desean estudiar después del secundario), por un lado no debe ser vista como un fin en sí mismo, como la realización del deseo o la culminación de un proyecto, sino más bien como un medio que posibilita desarrollarse laboralmente. Y por otro, que el título logrado no nos determina in eternum limitándonos a un "corralito vocacional", sino que nos aporta herramientas. En definitiva, por más vestiduras que nos probemos, somos nosotros los actores de la obra de teatro y, como seres con infinitas particularidades, son múltiples los caminos que podemos transitar, aun sin importar la educación formal recibida. La educación nos da elementos, pero la creatividad, la obra de arte, es nuestra. Una enriquece a la otra. Es una sociedad fiel que que se recrea constantemente a través de experiencias, conocimientos, vivencias, aprendizajes, expectativas y proyectos.

viernes, 24 de febrero de 2012

La búsqueda



Antes de empezar las sesiones, ya me encontraba en una búsqueda. ¿Búsqueda de qué? No creo que sea de una sola cosa, más bien de un par: de un plan; de un oficio; de una vocación, tal vez hasta de una nueva pasión; búsqueda de intereses y de nuevas ideas. Podría decirse que todas las respuestas son correctas, pero al mismo tiempo todas estaban desordenadas, sumidas en un caos de esos que sólo nuestra mente puede provocar. Entonces, ¿la búsqueda terminó? No, claro que no. Pero todo se va ordenando.


Imaginemos un hombre solo. Se encuentra en el medio de una vasta llanura. Cuando levanta la vista, a su alrededor puede ver nada más que el horizonte. Tal vez un bosque, más llanura por otro lado, pero no logra divisar civilización, ni un rastro de ella. Entonces también puede preguntarse si es civilización lo que busca. Y él realmente  no lo sabe. Si sabe que no quiere quedarse en ese lugar, no es donde se siente cómodo o donde está feliz. Cuenta con algunas herramientas que traía consigo antes de aparecer en esta llanura. Pero como no sabe hacia dónde va o qué busca, tampoco sabe si le serán útiles para su cometido. De cualquier forma sería tonto dejarlas. Todo conocimiento o herramientas antes adquiridas pueden llegar a ser necesarias, y además ¿como deshacerse de ellas? Las lleva consigo hace tiempo, siente cariño hacia ellas, lo entretienen. Claro, a veces puede pensar que de haber sabido que iba a terminar en esa llanura hubiese elegido otras herramientas. Es entonces cuando las mira, las usa y se vuelve a encariñar como siempre con ellas. Pero basta de divagar sobre las herramientas, las herramientas están bien.


Volvemos a este hombre. Él sigue en la llanura, pero sabe que no va a quedarse ahí por mucho tiempo. Lo sabe por que él no quiere hacerlo. Y eso es una parte buena de estar en esa llanura: puede elegir cualquier dirección y puede elegirla solo. Una sensación de libertad lo abruma, tanto que por momentos se asusta. Y es que esta libertad acarrea responsabilidad. La responsabilidad de su propia vida. Y qué más importante que nuestra propia vida. Al fin y al cabo solo tiene una y nadie va a devolvérsela cuando se termine, así que mejor aprovecharla.


Ahora bien, sabemos que el hombre va hacia algún lugar, él también lo sabe. Pero antes de hacerlo se plantea dos opciones. La primera es simplemente empezar a caminar, cualquiera sea la dirección. Si camina, como lógica consecuencia va a llegar a algún lugar. Este nuevo lugar puede gustarle o no. Si así fuera puede quedarse en él o simplemente seguir caminando. También puede pasar que el lugar le guste, pero la intriga que acarrea el hecho de desconocer qué más hay puede que lo lleve a seguir caminando sin un destino en particular. Las variantes entonces se multiplican y solo lo detiene el tiempo y su propia decisión.


La otra opción es más analítica. De vuelta en la llanura y antes de empezar a caminar puede, por ejemplo, trepar a un árbol. Observar todo desde otra perspectiva. Ver distintos lugares. Preguntarse cuáles le gustan y cuales no. Buscar un norte. Forzarse a recordar por qué fue que llegó a esta llanura y entonces también forzarse a tomar decisiones. Una vez que lo haya analizado todo (lo cual puede llevar tiempo) emprender   el camino hacia ese nuevo lugar que busca. Aun así, tener un objetivo no debería volverlo ciego a nuevos rumbos que puedan aparecer en el camino. Llegado el caso, el análisis hecho antes de partir y los conocimientos que este le han brindado pueden ayudarlo a decidir mejor.


Es esa la diferencia. Ahora busca ese lugar en particular, pero sabe también que puede encontrar algo en otros lugares. Y lo más importante, sabe cómo llegar a ellos sin olvidar que lo importante es caminar.


Esta reflexión fue escrita por Eloy, un consultante que realizó con nosotros un proceso de reorientación vocacional. 

martes, 24 de enero de 2012

Dalma elige su propia aventura

Unas semanas atrás LN Revista publicó una nota a Dalma Maradona de la que vale la pena hablar. La entrevista introduce conceptos importantes en etapas de decisión vocacional como son "marca", "identidad", "familia", "mandatos" y "ser uno mismo". Vale la pena leerla, sobre toda la primera parte que es la que se centra en el plano vocacional. 

Este tipo de testimonios, más allá de que pertenezcan a algún personaje conocido, sirven para reflexionar a nivel personal y también como material para trabajar entre padres e hijos o con adolescentes. Las decisiones vocacionales son instancias que se pueden vivir de múltiples formas y que si no son trabajadas con tiempo (interior y exterior) se puede caer en una elección apresurada. Claro que esto no significa que la elección resulte equivocada. Pero para realizar una "buena" elección tiene que existir un momento para pensar, para analizar, para reflexionar y para investigar. Eso sí, esto tampoco va a garantizar que las consecuencias sean las esperadas. El resultado o el éxito de una decisión no es lo que valida a esta última. Son muchos los factores que intervienen y que pueden modificar el sentido (o la suerte) de una elección. Por eso, una "buena" elección es aquella que fue pensada y aquella de la cual se pudo apropiar la persona. En definitiva, no hay recetas sino caminos (nuevos) por recorrer.

Denle una mirada a la entrevista. Inclusive hay un video.