Con respecto a la interesante investigación realizada por La Nación, me gustaría agregar algunos comentarios.
Es cierto que existen múltiples factores que inciden a la hora de elegir una carrera, cada generación vive un contexto diferente con las consiguientes dificultades. Tal vez, antes, la libertad para elegir y la multiplicidad de ofertas educativas no eran iguales a nuestros días. Pero elegir es posible y se puede hacerlo en forma correcta. La velocidad con la que vivimos, la importancia que le damos a las cataratas de información que recibimos y la preocupación por el factor económico, muchas veces nos empujan a elegir de manera acrítica, como un hecho más, sin pensar ni proyectarnos a futuro.
Si tan solo nos detuviésemos a pensar un minuto en el futuro, elegir sería menos complejo y mucho más auténtico. Por eso es necesario hacer una elección vivenciada, experimentada, llevada al plano de lo real y lo práctico, evitando que sea un acto impulsivo o hasta evasivo. ¿Te preguntaste alguna vez qué elecciones te produjeron satisfacción y orgullo? Pensá cómo lo hiciste.
Para decidir, es imprescindible reflexionar, tomarnos un tiempo, hablar con personas mayores que hayan pasado por esa instancia de tener que elegir (y que aún lo hacen todo el tiempo), y visitar a profesionales y lugares de estudio. De esta manera, nos vamos interiorizando en el mundo próximo a vivir y vamos sintiendo y asimilando esa carrera, ese estilo de vida, esa profesión. Tan sólo intentá proyectarte a futuro, pensar un poco más allá de una carrera y ver esta como un medio que me va a ayudar a alcanzar y transitar mi proyecto de vida.
