Con respecto al artículo titulado "Seguir el faro interior", quisiera agregar algunos conceptos.
La vocación no es algo que tenemos oculto en algún lugar de nuestro ser y que debemos buscarlo como quien juega a "la búsqueda del tesoro". Construir un proyecto es parte de un proceso que implica un recorrido: primero, re-conocernos, re-pensarnos y re-situarnos ante la singular situación de elegir; segundo, identificar nuestros intereses, aptitudes, destrezas, habilidades, valores, obstáculos que inciden en la decisión; tercero, vincular lo que "somos", nuestra "marca personal", con lo que nos ofrecen las instituciones educativas (la universidad no tiene la función de modelar sino de potenciar, acompañar y ayudar a desarrollar la singularidad de las personas. Es así como existen miles de personas que ejercen una misma profesión pero ninguno es igual); y por último, investigar sobre aquellas cuestiones que nos resultan interesantes por medio de entrevistas con profesionales y visitas a universidades. Una vez que trabajamos en el proceso de conocernos es que podemos proyectarnos identificando un faro que tiene luz propia, un faro que nunca tocaremos, no porque sea inalcanzable sino porque tiene la función de ser una guía, un orientador, un punto en el horizonte al cual dirigirnos, respetando nuestros tiempos y modos.
No debemos esperar "la señal" que nos indica que estamos en el lugar y en el tiempo indicados. Descubrir la vocación no es un momento ni un hecho. La vocación la vamos desarrollando, construyendo, armando con cuidado y con atención, reflexionando y planificando cada paso.
Decidir es una acción que reduce y amplifica, que cierra el camino pero que al mismo tiempo abre otros nuevos. Elegir implica renunciar pero también trae como resultado la apertura a lo nuevo y diverso, es el pasaje de un estado a otro, un viaje de una dimensión a otra, una transición a algo que no se conocía y que es mucho más de lo que uno se imagina.
Por último, quiero rescatar las palabras que el ángel le dice a George en la película Qué bello es vivir y que destaca al ser humano como único, irrepetible y fundamental: "La vida de cada persona toca la de muchas otras, si no estuvieras habría un vacío".
Por Sergio Sinay
