jueves, 22 de enero de 2009

2009...

Comienza un nuevo año que no es igual a los ya vividos. Este tiene la particularidad de ser el último año del secundario. Año de proyectos, decisiones, exámenes, despedidas, presiones, viaje de egresados, necesidad de pasar más tiempo con los amigos, cumplir con las exigencias de los profesores y las materias... Pero hay algo que se suele dejar de lado y es el tiempo y el espacio para reflexionar sobre el propio proyecto vocacional. El año vuela y después del viaje de egresados ya no queda mucho tiempo para planificar, hay que decidirse y los padres continúan preguntándo "¿qué vas a hacer el año que viene?".

Para responder a esa pregunta, no basta con dar el nombre de una carrera que nos resultó interesante. Es necesario tomarse un tiempo para pensar, reflexionar e investigar a fondo, de tal manera que aquello que uno decida, termine siendo el producto/resultado de un análisis personal profundo (intereses, valores, gustos, necesidades, fantasías, miedos, información vocacional) ligado a un proyecto furuto de vida. Este "momento necesario" va a facilitar y encaminar la elección, evitando que se caiga en una decisión a-crítica y apresurada.

También es oportuno hablar con nuestros padres, familiares y amigos para comenzar a escuchar qué piensan y cómo nos ven, ya que "el otro" tiene un papel muy importante en la propia elección.