sábado, 20 de junio de 2009

Somos más que una carrera universitaria

Un ingeniero agrónomo que trabaja como desarrollador de negocios, un psicólogo que se desempeña en el área de marketing de una compañía, un ingeniero que se desarrolla realizando proyectos de diversa índole, un químico que pasa a ocupar un cargo de gerente de planta, y podríamos seguir con más ejemplos de personas que estudiaron una carrera determinada y que terminan trabajando en algo que estaba fuera de lo esperado o imaginado.

Desde hace tiempo que se viene observando este fenómeno a nivel global. Y esto se da porque cambió el contexto y el alcance de los perfiles e intereses. La vocación, como tantas veces remarco, es un trayecto dinámico, flexible, maleable, que se contruye a lo largo de la vida y acorde a las posibilidades que ofrece el entorno, sin ser algo rígido y predeterminado. Por ello es interesante trabajar en la proyección a futuro y en la concepción de los estudios superiores -y de nosotros mismos- como un abanico amplio de posibilidades.

Elegir una carrera o un posgrado específico implica no solo informarse sobre las oportunidades y los campos de acción estas pueden abarcar, sino también considerar los propios intereses y el propio perfil, ya que no somos un producto o resultado de nuestra formación académica, sino más bien una sinergia conformada de aspectos personales y conocimientos adquiridos. Esta conjunción de factores es lo que nos hace únicos y diferentes de otros. ¿Se imaginan si todos los dentistas, médicos, psicólogos, ingenieros, etcétera fueses iguales?