lunes, 30 de marzo de 2009

Construir un proyecto propio

La velocidad de la comunicación y el tiempo, la competencia y la exigencia, el cambio de los valores y del concepto de éxito en la sociedad, la necesidad de ser el más fuerte para sobrevivir, la cultura del tener por sobre la del ser, el individualismo por sobre lo colectivo y lo comunitario, la invasión de las marcas en el terreno de lo personal y en la construcción de la propia identidad...

Todo esto influye de manera directa en la visión de futuro y en los anhelos de los jóvenes, desde que son niños. Este cúmulo de factores incide en el trayecto hacia el mundo adulto, que deja de ser un camino que se realiza a pie y se transforma en una vertiginosa carrera de fórmula uno, en donde la adrenalina de la velocidad los hace vivir momentos de intensidad, llenos de sorpresas en cada curva. La inserción de la velocidad en nuestras vidas significa vivir con menos pausa y más acción, dejando de lado la reflexión y la evaluación como prioridades.

La vocación se construye día a día y de la mano del proceso de ser, de convertirse en persona, en un ser que “es siendo”, que nunca es estático e inmóvil, sino que se supera a sí mismo y se mueve por medio del deseo. El valor de la propia vocación, a veces, corre el riesgo de ser vencido por la velocidad y la inmediatez, que apuran el desarrollo personal y los tiempos internos de creación y construcción.

Es frecuente escuchar a algunos jóvenes decir que desean ser Presidentes o Gerentes de una compañía multinacional, o hasta dueños de una empresa nacional exitosa. Todo esto sin siquiera saber en qué consiste y qué responsabilidades implican estas posiciones. Desean eso y, a partir de ese lugar, eligen una carrera universitaria. Sin reflexión sobre la construcción del proyecto futuro, sin autocrítica sobre los modos personales de elegir, sin reconocer previamente los propios y verdaderos intereses, aptitudes, habilidades, destrezas y valores.

Sí, es importante mirar a futuro; sí, es necesario trazar una meta, pero reconociendo los propios recursos y obstáculos, el contexto y sus factores de incidencia. Elegir es el último paso de una cadena, es el resultado de un proceso de reflexión, autoconocimiento e investigación, de un proceso personal, diferente y único, que no solo servirá para tomar una decisión, sino también para trazar un camino, conscientes de que no será una línea recta, sino que habrá obstáculos y desvíos. Por eso es importante ser flexibles, estar abiertos al cambio, las crisis y las frustraciones, porque nada se presenta exactamente como en los sueños, aunque estos muchas veces nos sirvan de guía.

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